Autor: Ayatollah Ja’far Subhani
En la Arabia preislámica los nobles de Arabia acostumbraban dar a sus hijas en matrimonio a aquellas personas que eran sus iguales en cuanto a linaje, fortaleza y riqueza, y rechazaban a los demás candidatos.
De acuerdo a esta antigua costumbre, los miembros de las familias nobles estaban deseosos de casarse con Fátima, la amada hija del Profeta. Tenían la impresión que el Profeta no sería severo en cuanto al tema del matrimonio de su hija porque, de acuerdo a propia manera de pensar, poseían todo lo que podía atraer a una hija y a su padre y, además, el Profeta no había sido estricto en cuanto a los matrimonios de sus otras hijas (ruqayyah, Zaynab, etc.)
Sin embargo, ellos no eran conscientes del hecho que esta hija del profeta era diferente de las demás. Era la hija que disfrutaba de una elevada posición a la luz de los versículos (de la sura al- Imran, 3: 61) correspondientes a la “Mubahilah” (la disputa con los cristianos). Los pretendientes estaban equivocados al pensar de este modo, porque no entendieron que sólo la persona que fuera como ella en materia de piedad y fe podría igualarla y acompañarla. También de acuerdo al versículo de “Tathir” (La purificación), Fátima había sido declarada libre de todo pecado, por lo tanto, su esposo también debía ser masum (libre de pecado). La riqueza y las manifestaciones materiales no eran un patrón de igualdad. Aunque el Islam recomienda que las hijas deben ser entregadas en matrimonio a sus iguales, pero también explica que su igualdad debe ser en materia de fe e Islam.
Allah había ordenado al Profeta que le dijera a los pretendientes que el matrimonio de Fátima se llevaría a cabo de acuerdo con las órdenes Divinas y, en cierto modo, al pedirles disculpas, dejaba en claro todos los malos entendidos. Los compañeros del Profeta comprendieron que el matrimonio de Fátima no era un tema fácil y que nadie podría casarse con ella sólo por su influencia. También entendieron que su esposo sólo podría ser aquella persona que estuviera cercana al Profeta en cuanto a la veracidad, la fe, el mérito espiritual y la excelencia moral, y que tal persona no podría ser otro que Ali. Para comprobarlo alentaron a Ali a que pidiera la mano de la hija del Profeta. Ali también deseaba hacerlo y sólo estaba aguardando llenar todas las condiciones necesarias antes de realizar tal petición.
El Comandante de los Creyentes acudió al Profeta personalmente. La modestia y la timidez se apoderaron de él. Había bajado su cabeza y parecía querer decir algo, pero sentía mucha timidez. El Profeta lo alentó a hablar y dio a conocer su propósito en pocas palabras. Este tipo de propuesta es señal de sinceridad. Sin embargo, nuestras instituciones educativas no logran aún enseñar a los posibles candidatos que acompañen dicha libertad con piedad, fe y sinceridad.
El Profeta decidió aceptar el pedido de Ali y dijo: “Debes aguardar un momento de modo que le mencione el tema a mi hija”. Cuando habló sobre ello con Fátima, ella permaneció en absoluto silencio. El Profeta dijo entonces: “¡Allah es el más grande! El silencio significa consentimiento.” En esa época, no obstante, Ali no poseía más que una espada y una cota de malla. El Profeta le aconsejó que vendiera la cota de malla para pagar los gastos de la boda. De buen grado vendió su cota y llevó lo obtenido de la venta al Profeta. El Profeta le dio un puñado de dinero a Bilal, sin contarlo, para que adquiriese algunos perfumes para Zahra. Confió el monto restante a Abu Bakr y a Ammar para que consiguieran del bazar de Medina lo necesario para la vida de la pareja. Obtuvieron lo ordenado por el Profeta y compraron las siguientes cosas (que en realidad eran la dote de Zahra) y se las entregaron al Profeta.
La Dote de la Hija del Profeta.
- Una camisa que fue conseguida por siete dírham;
- un pañuelo que costó un dírham;
- una bata de baño negra que no bastaba para todo el cuerpo;
- una cama hecha de madera y fibra de palma;
- dos colchones de lino egipcio, uno de los cuales estaba hecho con lana y el otro de fibra de palma;
- cuatro almohadas, dos fabricadas con lana y otras dos de fibra de palma;
- una cortina;
- una alfombra hajri;
- un par de molinillos;
- un odre;
- un tazón de madera para la leche;
- un contenedor de agua hecho de cuero;
- un cántaro verde;
- algunas jarras;
- dos brazaletes de plata;
- y una vasija de cobre.
Cuando el Profeta posó sus ojos en estos artículos, dijo: “¡Oh, Señor! ¡Bendice las vidas de aquellos cuyos utensilios son en su mayoría de barro!” [1]
La dote de la hija del Profeta merece consideración. Su dote no excedía la “Mahrus Sunnah” que es de quinientos dírhams. [2] De hecho era un ejemplo para los demás, es decir, para las muchachas y muchachos que lloraban por la pesada carga de la dote y a menudo evitaban la obligación del matrimonio por esta causa.
La vida matrimonial debe ser, básicamente, agradable y placentera por la sinceridad y el amor, ya que de otro modo, una pesada dote no otorga brillo alguno a la vida.
Actualmente los guardianes de la novia atan al yerno a una pesada carga de dote para fortalecer la posición de la muchacha de modo que no recurra alguna vez al divorcio por causa de su avaricia. Esta acción no es, sin embargo, una garantía total para lograr el mencionado propósito y el verdadero y auténtico propósito de este mal es la reforma de la condición moral de los hombres. Nuestro ambiente cultural y social debe ser de modo tal que los pensamientos de esa clase no arraiguen en la mente de los hombres. Por el contrario, también sucede por momentos que la muchacha accede a renunciar a la dote con tal de deshacerse de su marido.
La Ceremonia de Matrimonio.
Cierta cantidad de personas fue invitada tanto del lado del novio como de la novia y Ali arregló un festín (walimah) en honor a su amada esposa. Después que terminó el festín, el Profeta llamó a Fátima. Ella acudió ante el Profeta con mucha timidez. Cuando sus ojos se posaron en el Profeta, su pie se resbaló y estuvo a punto de caer al suelo. El Profeta sostuvo a su querida hija de la mano y oró por ella diciendo: “Que Allah te proteja de todos tus resbalones.”
Esa noche, el Profeta exhibió tal devoción y sinceridad como no es exhibida en las sociedades actuales a pesar de su mayor crecimiento y evolución. Sosteniendo la mano de su hija, se la entregó a Ali en mano y le comentó de las virtudes de su esposo. También mencionó la sublime personalidad de su hija y dijo que si Ali no hubiese nacido, no hubiese habido un pretendiente para ella. Luego dividió los asuntos y deberes domésticos de la vida entre ellos. Le confió los asuntos del hogar a Fátima e hizo responsable a Ali de los asuntos externos. El matrimonio se llevó a cabo después de la Batalla de Badr. [3]
De acuerdo a algunas narraciones, el Profeta luego pidió a las mujeres muhajir y ansar que rodeen a la camella de su hija y se la lleven a la casa de su esposo, y con esto la ceremonia de matrimonio de la mujer más grande del mundo finalizó.
Reproducimos debajo una tradición que da idea de la elevada posición que gozaba la hija del Profeta:
Anas bin Malik dice: “Por un período de seis meses, el Profeta solía salir de su casa en el momento del Fajr (amanecer) y se dirigía a la mezquita y regularmente se detenía en ese momento frente a la casa de Fátima y decía: “¡Oh, gente de mi casa! Asistid a las plegarias. Allah desea mantener toda clase de impureza alejada de vosotros, Ahlul Bayt (Gente de la Casa).” [4]
Notas:
[1] Biharul Anwar, Vol. XLIII, p. 94 y Kashful Ghumah, Vol. I, p. 359
[2] Wasa’il ash-Shi’ah, Vol. XV, p. 8
[3] Bihar al-Anwar, Vol. XLIII, p. 79 y III
[4] Musnad Ahmad, Vol. II, p. 259
Fuente: Traducción de Fabiana Ríos, para UMMA.